Curso de AEAT en Barakaldo (2, 3 y 4 de marzo 2010)

El fin de semana ha sido doblemente emocionante en el plano personal. Por una parte, por el reencuentro, porque siempre acabas volviendo. No hay viajes sin retorno en aikido. Tarde o temprano, estás donde estuviste, con otro bagaje, con otra perspectiva, con la esperanza de poder dejar algo de ti allí donde tanto recibiste. Es el círculo, el principio fundamental de aikido, según palabras de O Sensei, "puesto que todo conflicto se resuelve a través del espíritu del círculo". Y a fin de cuentas, la distancia física y/o mental plantea un conflico: el olvido, el olvido de lo que fuimos (por consiguiente,  corremos el riesgo de desviarnos, de construir sobre la improvisación). A efectos estéticos, el círculo simboliza, entre otras cosas, aquello que empieza y termina en un ciclo constante o, lo que es lo mismo, aquello que no termina nunca. Lo mismo da cuánto tiempo tardemos en recorrer ese círculo: regresamos siempre a la unidad. Eso pensé al reencontrarme con Jesús Herrero, el maestro de mi maestro, en el curso de ese fin de semana después de diez u once años.


La segunda vertiente emocional del curso es la participación de mis alumnos, y su satisfacción con lo que hacen, con lo que hacemos. Es emocionante sentir su buena disposición y respuesta. Es agradable ver que algo estás haciendo bien.

En cuanto a la parte propiamente aiki, la dirección técnica corrió a cargo de Rafael Regaño (7º dan) y el mencionado Jesús Herrero (5º dan). Rafael Regaño es una persona interesante. Es una de esas personas que educa, con gran facilidad de palabra ("ya sabéis cómo me enrollo", decía). Sin embargo, no hay palabras vanas en su discurso, sino una enseñanza para el que quiere escuchar. Ya en pie, nos llevó a lo básico, a la respiración, a la unión con uke, a la conjunción de ejes...

Jesús Herrero es un aikidoka dinámico, con una propuesta metodológica muy fácil de asimilar, con ese toque de "aikido vizcaíno" que me ha llevado al origen... Estos días me he sentido un poco nostálgico, con las tripas removidas. Es una persona de una gran calidad humana. Su pensamiento y su trayectoria vital son, desde mi punto de vista, un espejo de lo que practicamos o intentamos practicar en el tatami. Es, como otros grandes maestros, un ejemplo a seguir. Nos hemos reencontrado y hemos retomado el contacto. Seguimos en el círculo. Seguiremos alimentando el círculo y siendo alimentados por él. Siempre se vuelve a la unidad.

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